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El punto de inflexión de los MOOCs (III): Hacia el valle de la desilusión.

Como señalamos en la anterior entrada hay un entusiasmo acrítico ante los MOOCs, que se detecta en bastantes educadores y gestores universitarios. El cese de esta actitud no se producirá como sucede en estos caso por un proceso racional de debate, porque no es esa su razón de ser. Como siempre sucede serán los hechos y la realidad  los que se imponen, y les preceden. De esta forma hay bastantes signos que anuncian que el entusiasmo desmedido de la fase de la cima de las expectatvas infladas cede.

El primero de ellos es el fracaso de las predicciones realizadas en la fase de expansión, es significativo lo que expone sobre ese tema y las bromas asociadas  Bill Snyder  (Diciembre, 2013) en The worst tech predictions of 2013 -- and two that hit the mark:
"There's an app for that," became a joke a couple of years ago. But an awful lot of people, particular the digerati of Silicon Valley, really believe there's an app to solve any of the world's problems -- higher education, for instance. The app to fix it: The MOOC, or massive open online course. Hmm, not so fast.
                                    
Pero hay datos que son más que opiniones. Veamos algunos de ellos

El primero, el estudio de la Universidad de Pennsylvania realizado sobre  más de un millón (1.000.000) de personas inscritas en MOOCs, con datos obtenidos en dieciséis cursos de Coursera ofrecidos por la Universidad de Pensilvania desde junio 2012 a junio 2013, publicado  en diciembre por la Escuela de Graduados en Educación. Se encontró que en promedio sólo la mitad de los que se registraron en un curso no había resistido una conferencia completa, y sólo un 4 por ciento completó los cursos. Son datos reales del estudio.


Destaca en los resultados que: 
  • Las tasas de finalización de los cursos son muy bajos, con un promedio de 4% en todos los cursos, que van del 2% al 14% dependiendo del curso.
  • En todos los cursos, aproximadamente la mitad de los que se registraron por lo menos visitan una conferencia dentro de su curso seleccionado [quiere decir que la otra mitad no vio ni una sola conferencia completa]. La parte de los solicitantes de registro que vieron al menos una conferencia osciló entre un mínimo del 27% para "El racionamiento y la asignación de los escasos recursos médicos" a un máximo de 68% para los "Fundamentos de Farmacología." 

Una información más completa se puede obtener de la presentación del informe:





Segundo: Los MOOCs no son disruptivos.

Según hemos visto y se ha publicitado por las plataformas, y por los gurús, de los MOOCs gran parte de la esperanza - y de la publicidad – alrededor de estos cursos  se ha centrado en la promesa de promoción e igualdad, de ruptura con el modelo imperante en el que la educación universitaria estaba reservada para unos pocos privilegiados. Se han vendido como cursos para los estudiantes de los países pobres con poco acceso a la educación superior, para la igualdad de género, para los desempleados y para los que por muchas razones no habían tenido la oportunidad de acceso a unos estudios superiores en su lugar o en su tiempo. Sin embargo, un trabajo independiente y riguroso de la Universidad de Pensilvania (The MOOC Phenomenon: Who Takes Massive Open Online Courses and Why?), publicado el 6 de Noviembre pasado obtuvo que el 80 por ciento de los que tomaron MOOCs eran ya graduados (licenciados) universitarios. Pero había más:

Los cursos online abiertos masivos (MOOCs) han demandado una considerable atención pública debido a su repentino auge y potencial disruptivo. Pero no existen datos publicados y robustos que describan quién está tomando estos cursos y por qué lo está haciendo. Como tal, nosotros todavía no sabemos cómo el fenómeno MOOC puede o quiere ser en cuanto a su capacidad de  transformación. Hemos llevado a cabo una encuesta en línea de alumnos matriculados en al menos uno de los 32 MOOCs que la Universidad de Pennsylvania ofrece en la plataforma Coursera. El estudiante medio tiende a ser joven, bien educado, y empleado, con una mayoría de los países desarrollados. Hay muchos más hombres que mujeres si consideramos en cuenta los MOOCs de los países en desarrollo, en los BRIC y en otros [en EE UU es del 50%]. Las principales razones de los estudiantes para cursar un MOOC están las de progresar en su trabajo actual y en satisfacer la curiosidad. Los individuos a los cuales la revolución MOOC se supone que iba a ayudar ayudar - los que no tienen acceso a la educación superior en los países en desarrollo – no tienen apenas representación entre los primeros adoptantes.

En las conclusiones del informe completo se lee claramente:

The MOOC phenomenon is very recent. The main users, especially in BRICS and developing countries tend to be young, well-educated males who are trying to advance in their jobs. While there is tremendous hope for this educational platform, the individuals the MOOC revolution is supposed to help the most – those without access to higher education in developing countries – are conspicuously underrepresented among the early adopters.

Sobre lo dicho son muy significativos los gráficos siguientes:









El tercero, y tal vez el más revelador como señaló el New York Times, es el fracaso del experimento MOOC, que se suponía iba a dar un impulso a los estudiantes de bajo rendimiento, en la Universidad Estatal de San José. Por la amplia publicidad y expectativas que tuvo en su comienzo con la implicación del Gobernador de California Jerry Brown, por ser en la Universidad Estatal de San José pionera de los MOOC (ya llueve sobre mojado con el caso Michael Sandel[1]), junto con Urdacity, y por desarrollarse en el corazón de Silicon Valley:

Pero Udacity es una compañía co-fundada por el profesor de Stanford Sebastian Thrun, y famoso por crear el primer xMOOC, sobre Inteligencia Artificial. Ahora es CEO de ella. Una experiencia de este tipo no es una buena publicidad. Previendo las bajas tasas de finalización en los MOOCs libres, intentó paliarlas mediante la contratación de mentores en línea para ayudar a los estudiantes a seguir las clases.  Pero las clases pilotos, de alrededor de sólo 100 personas cada una (en los MOOCs convencionales hay miles), fallaron. A pesar del acceso a los mentores Udacity, los estudiantes de la versión piloto en línea de la primavera pasada - incluyendo muchos de una escuela secundaria en Oakland –lo  hicieron peor (ver el informe de Elaine D. Collins, de septiembre de 2013) que los que tomaron las clases presenciales en el campus. Particularmente en el curso de Álgebra, menos de una cuarta parte de los estudiantes - y sólo el 12 por ciento de los estudiantes de secundaria - tuvieron una calificación aprobatoria.

El programa fue suspendido en julio, y no está claro cuándo, ni cómo el programa se reanudará. Ni el rector, ni el presidente, ni los portavoces de la San Jose State University atendieron las llamadas del New York Times.
                                                                                                

El cuarto dato, ya que hablamos de Sebastian Thurn,  lo constituye la declaración de éste a  la revista Fast Company que supone un replanteamiento de su pensamiento, una especie de camino a Damasco al revés de este emblemático personaje de los MOOCs

En esta entrevista Thurn declara que se han precipitado en definir sus objetivos de llegar a la gente marginada de los países pobres tras observar datos de finalización y de seguidores similares a los que hemos descrito.

Como respuesta inicia un giro hacia una formación corporativa convencional de pago pero online. En palabras del entrevistador:
Aun así, no pude evitar sentir como si la visión revisada de Thrun para Udacity suponía un bajón desde el país de las maravillas educativa del que había hablado cuando lanzó la empresa. El aprendizaje, después de todo, es algo más que un conjunto concreto de competencias profesionales. Se trata de pensar críticamente y hacer preguntas, sobre la búsqueda de maneras de ver el mundo desde diferentes puntos de vista y no del propio. Estas, señaló, no son habilidades fácilmente adquiribles por vídeo de YouTube.
Thrun dice que no estaba argumentando que los cursos actuales de Udacity reemplazarían a una educación tradicional - sólo que querían aumentarla. "No vamos a hacer nada tan rico y poderoso como lo que una educación de artes liberales tradicionales ofrecería", dice. Y añade que el sistema universitario es muy probable que evolucionará a cursos de formato más breve que se centran más en el desarrollo profesional. "El medio va a cambiar", dice.
El cambio se podría estar produciendo en estos momentos. En la entrevista señalan que este mes de enero, varios cientos de estudiantes de informática de todo el mundo comenzará a tomar clases para el programa de un título de maestría en línea que  ofrecen conjuntamente Udacity y el Instituto de Tecnología de Georgia. La matrícula es sustancial:  6600$ por el equivalente a un curso de tres semestres de estudio, pero inferior a un tercio de lo que un estudiante pagaría en Georgia Tech convencional. La transición es suave.
Muchos han visto la declaración como una admisión de derrota para la idea de que los MOOCs suponen una democratización de la educación superior ,  y la confirmación, como una cura en salud, de que en su esencia, Udacity, una empresa financiada con capital de riesgo, está más interesada en las ganancias que en ayudar a educar a los estudiantes menos favorecidos. 
El quinto dato lo constituye el problema del retorno económico de los MOOCs, las pérdidas que ocasiona. Así en el caso que hemos citado donde el fracaso económico ha sido aceptado y se plantean nuevos formatos,... mientras tanto ¿qué ha pasado con el dinero invertido, en este caso, por Urdacity? ¿Cómo lo justifican? ¿Cuáles son son los retornos que se barajan en los equipos de análisis y estrategia  y en los órganos de administración de esta plataforma o de EDX o Coursera?
Tony Bates se plantea si esta inversión en los MOOCs nos ofrece algo que no sabíamos, de la formación online o a distancia, respecto de diseño educativo, del diseño de aprendizaje, o en general algo que estas modalidades no ofrecieran. Para él la respuesta es: "Nada, al menos por el momento”. Más bien al contrario, podríamos añadir. De hecho, en muchos sentidos, los MOOCs se han convertido en una gran distracción para el desarrollo de aplicaciones más innovadoras y más relevantes para los estudios que otorgan créditos mediante opciones de aprendizaje en línea.
Los  MOOCs en general no otorgan créditos pero no son gratis para las instituciones. ¿Cómo se recupera la inversión? Hagamos un pequeño cálculo. El costo promedio de sólo el desarrollo de un xMOOC suele estar entre $ 50,000 y $ 100,000 (Bates, 2013), esto implica, con más de 1000 realizados, un coste de entre 50 y 100 millones de dólares que se han gastado en cursos que no otorgan título y  que se podrían haber invertidos en becas, recursos o en otro fin social de los estudios oficiales para alumnos sin medios.

Pero podríamos verlo de otro modo y entonces sí tendría sentido esta inversión. Esto ocurriría si la consideramos vinculado a un objetivo político  claro: El de la publicidad de una opción. Así la inversión se justificaría con el bombo dado a los MOOCs. Ahora todos, autoridades académicas, políticos, ministros e incluso gobiernos como el de california, Francia o el Reino Unido se preocupan de ellos, y en general se habla mucho. Pero ¿esto es un efecto buscado o una consecuencia sobrevenida?. Sobre esta cuestión volveremos.

En la próxima entrega abordaremos las conclusiones.




[1] Profesores del departamento de filosofía de la Universidad Estatal de San José se niegan a enseñar un curso de filosofía desarrollado por EDX, en base a unas conferencias del profesor Michael Sandel para un MOOC, diciendo que no quieren permitir que lo que ven como un esfuerzo para "reemplazar profesores, desmantelar los departamentos, y proporcionar una educación disminuida para los estudiantes en las universidades públicas".
En una carta abierta dirigida aSandel, los profesores de Filosofía criticaron la petición del decano para que el departamento integrara una versión del MOOC de "Justicia" (el deSandel), de Harvard, en el plan de estudios oficial en la San Jose State University.





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